Comença l’estiu i com en nombroses ocasions ens trobem amb aquestes
persones que abans de l’estiu o després es plantegen reptes. Per posar un
exemple a l'hora de practicar esport, i que diuen allò de "aquesta vegada
sí ... segur que ho faig!”. Uns es queden amb l'intent i altres el fan possible. Què han fet aquests últims que
no hagin fet els primers?. Vull compartir un article titulat ¿Cuestión de voluntad? en
el que la psicòloga Patricia Ramírez parla
del tema a la revista Sport Live, de fa uns mesos.
"¿La fuerza de voluntad está en el estómago, en el cerebro, en tu corazón o
igual se localiza entre el peroné y la tibia? ¡Cuánta responsabilidad le
otorgamos a un concepto que ni siquiera tiene un lugar definido para vivir
dentro de nuestro cuerpo! Tanto poder le hemos dado a lo largo de nuestra
historia, que la fuerza de voluntad se ha convertido en un verdugo y clasifica
a las personas entre las que tienen fuerza de voluntad y las que no la tienen.
Si tienes la suerte de estar en el primer grupo, eres un privilegiado: estás en
el equipo de los que luchan, se sacrifican, anteponen el beneficio a largo
plazo antes que la recompensa impulsiva e inmediata y serás contemplado como
alguien digno. Si estás en el segundo grupo, sencillamente eres un vago.
A lo largo de los años, las etiquetas que colgamos a la gente y las que nos
colgamos a nosotros mismos nos han hecho mucho daño. Una vez que has sido
clasificado dentro de los que tienen fuerza de voluntad, ¿qué ocurre? Que los
demás esperan cosas buenas de ti, esperan que seas capaz de no postergar el
deporte, de no picar entre comidas, de dejar de fumar y de cumplir con las
obligaciones y deberes antes que con el placer. La gente te dirá “chico, si es
que con esa fuerza de voluntad que tienes, eres capaz de todo… ¡si yo la
tuviera!”. Y esto te introduce en el buen bucle. Tú, te animas, te crees que
eres capaz, te sientes orgulloso de tener fuerza de voluntad a pesar de no
haber tenido nunca un contacto directo con esta señorita y te comportas según
la gente espera de ti. ¡Bravo! En cambio, tú, vago, te has convertido en una
piltrafilla y no tienes valor porque no tienes fuerza de voluntad. Esas son las
expectativas que has puesto en ti, y cada vez que anticipas el pecado… el
bombón, retrasar el dejar de fumar, una copa de vino de más, no salir a andar,
te justificas diciendo “es que no tengo fuerza de voluntad”. ¿Alguna
vez te has preguntado si la necesitas? ¿Si podrías ser capaz de planificarte,
dejar de postergar, de comer de forma adecuada sin apelar a la fuerza de
voluntad? No, rotundo. No has pasado de tu justificación. Has sacado
la conclusión de que como no tienes fuerza de voluntad, el siguiente paso para
alcanzar tus metas es, sencillamente, inviable. No tienes un plan B.
Pues vamos a desmitificar a la fuerza de voluntad, vamos a trabajar para
ser capaces de soñar, planificar, comprometerte e implicarte con aquello que te
propongas. Y no tienes que hacerlo por entrar en el grupo de los “dignos”, se
trata de que cojas el timón de tu vida para alcanzar lo que deseas. A partir de
hoy, no será la fuerza de voluntad la que te impida alcanzarlo. En todo caso,
serás tú. Vamos a entrenar y fortalecer tu actitud, para que no tengas que
justificarte más.
1. Motivo
¿Tienes un motivo para hacer el cambio? Si no tienes un buen motivo para
rechazar las tentaciones, no lo harás. Ni tú ni el que más fuerza de voluntad
tenga. La persona que te dice que ella es capaz de seguir una dieta sin
problemas, seguro que su tentación mayor no es la comida. Esa misma persona
puede ser que tenga la tentación de no levantarse del sillón para ir a correr o
sea incapaz de dejar de comprarse un trapito de rebajas aunque no lo necesite.
Los motivos son personales e intransferibles. Cada uno tiene el suyo,
que no tiene por qué ser ni más ni menos importante que el del otro. No te
compares. Igual el motivo para perder peso no es estar atractivo, sino
sentirte sano. Igual el motivo para empezar a correr no es el hecho de que sea
saludable, sino sentirte más flexible y fuerte. Busca tener una respuesta
convincente a ¿por qué debería hacer esto? ¿por qué lo quiero hacer? Que no te
de vergüenza tu respuesta, ni la clasifiques como superficial o nimia. Es la
tuya. Si quieres hacer deporte por estar atractivo, hazlo.
2. Establecer objetivos
¿Sabes qué pasos tienes que dar, cuándo, dónde acudir, tienes los teléfonos
y los contactos que necesitas? Tener un plan facilita su cumplimiento. No
tendrás que tirar de tu fuerza de voluntad si sabes lo que quieres, cuándo lo
quieres y cómo lo quieres. Planifica tu meta, da igual lo lejos que esté. Lo
que te importa es el paso que tienes que dar hoy para poder llegar un día al
final. No pienses tan a largo plazo, a pesar de que tu objetivo si esté
al final del camino. Importa el aquí y ahora.
Clave: Cuanto más desarrollado sea tu plan, menos dejas a la improvisación, y menos probabilidad tendrás de abortarlo.
Clave: Cuanto más desarrollado sea tu plan, menos dejas a la improvisación, y menos probabilidad tendrás de abortarlo.
3. Presta más atención a
tu sistema reflexivo que al impulsivo
O lo que es lo mismo, el “diablito” y el “Pepito Grillo” de toda la vida. Uno
te intenta convencer para que hagas lo que te place, a pesar de que no te
convenga o de que te perjudique, mientras que Pepito Grillo te argumenta para
que aplaces el placer inmediato en busca de ese beneficio más a largo plazo y
que te hará sentir bien. Recuerda esta frase “cartucho, cartucho que no te
escucho”. Esta es la respuesta que tienes que darle al diablito cada vez que te
intente convencer de que respondas de forma inmediata a tus impulsos. No lo
escuches. El diablito lleva toda la vida creando argumentos para llevar a la
gente al “lado oscuro”, es lo que tiene no tener razón, que agudiza el ingenio
para poder convencerte. Lo único que puede convencerte es hacer lo que
has planificado y además, deseas.
4. Organización
Las personas que no postergan por lo general no tienen más tiempo que las
otras, sino que se organizan mejor. Cuando valoras la vida de las personas que
practican ejercicio de forma regular, te das cuenta que sus vidas no son más
ociosas, ni tienen menos responsabilidades. Son iguales que las de la gente que
no practica deporte. El éxito radica en cómo establecen sus prioridades
y la organización del tiempo. Piensa la cantidad de ratos muertos que
tienes al día. O piensa en cómo organizar tu trabajo, tus transportes, la
organización de tu casa… y los fines de semana.
Clave: ¿A qué puedes robarle unas horas a la tele para salir a hacer ejercicio? Seguro que sí.
Clave: ¿A qué puedes robarle unas horas a la tele para salir a hacer ejercicio? Seguro que sí.
5. Mantén un buen estado
de ánimo y practica el humor
Las personas que tienen un equilibrio personal, que disfrutan de la vida y
de las pequeñas cosas, esas que se ríen hasta de su sombra, que no
malinterpretan a la gente, que buscan el lado bueno de las cosas y tienen una
actitud positiva, tienen más capacidad para auto controlarse. Es más difícil
decir “no, esto no me conviene” o “sí, venga, va, puedes hacerlo” si no estás
contaminado por la ira, la frustración, la pena o si tienes miedo y ansiedad.
Clave: Igual, antes de cambiar hábitos poco saludables, deberías plantearte buscar esa paz personal que te allanará el camino para dejar de postergar.
Clave: Igual, antes de cambiar hábitos poco saludables, deberías plantearte buscar esa paz personal que te allanará el camino para dejar de postergar.
6. Elige tus prioridades
Estudios recientes de la Universidad de Minnesota, afirman que la capacidad
de autocontrol tiene un desgaste. ¡No abuses de ella! Si intentas controlarlo
todo, al final te cansarás y sucumbirás. Por ello, establece prioridades. No
quieras cambiar todo tu mundo de golpe: dejar de comprar de forma
compulsiva, hacer deporte, perder peso, dejar el tabaco, no criticar, no hablar
cuando no te toque, etc. Elige qué es lo más importante para ti y empieza por
ahí. Y una vez lo hayas normalizado, empieza con el segundo objetivo.
7. Ojos que no ven,
corazón que no siente
Tienes más probabilidad de mantenerte fiel a tus propósitos y no caer en la
tentación, si tienes “escondido” lo que no deseas comer, y si por el contrario,
te dejas al pie de la cama las zapatillas de correr para no tener que pensar
cuando te levantes.
8. Recuerda las
consecuencias
Ten siempre presente qué pierdes o qué ganas si aplazaras el impulso
inmediato. Se trata de que te prepares para la situación, de prever qué puede
pasar.”Si me voy de vacaciones, entonces saldré a correr antes de que se
despierte la familia. Así podremos desayunar juntos y no romperé mi rutina con
el deporte”. Esta técnica en psicología se llama “intención de
implementación”. Otro ejemplo sería tu renuncia al alcohol si estás
haciendo una dieta y tienes una comida de trabajo, en la que planificarías
decir “si alguien me ofrece una copa, entonces pediré un vaso de agua”. El
que tu cerebro anticipe cómo tiene que reaccionar, disminuye el tiempo de
reacción en dar la respuesta y permite dar con la opción acertada. Si
lo dejas todo a la improvisación, igual te pilla el toro y contestas lo que no
te conviene.
9. Únete al efecto bucle
Cuanto más equilibrado te sientes y más satisfecho estás con el estilo de
vida que llevas, más aumentas la probabilidad de seguir manteniendo una vida
saludable.Esto quiere decir que, si una vez que decides ponerte a dieta lo acompañas
con la práctica de ejercicio, y eres constante con una de las dos actividades,
una tirará de la otra. Pero, también tiene el efecto contario. Si un día te
saltas tu plan de entreno, aumentas la probabilidad de, que llegada la hora de
comer, te digas a ti mismo “qué más da, hoy, de perdidos, al río”.
10. Más zanahoria y menos palo
Y sobre todo, no te machaques. El mayor éxito es querer cambiar.
Deja que la vida fluya, date tu tiempo. El tiempo que tú necesitas para ser
constante puede ser diferente al de otros. Si cada vez que te sales de tu
camino, te machacas y te sientes como un miserable, abandonarás rápido porque
querrás evitar la sensación desagradable del castigo. Cuando no
cumplas, sé flexible contigo mismo, no te flageles. Tú te auto
diriges, no tienes que darle cuentas a nadie. Si no ha podido ser ahora, será
dentro de un rato. Esto no significa que hoy lo tires todo por la borda. No es
la fuerza de voluntad, eres tú. Deja de condicionarte, sugestionarte,
limitarte, etiquetarte y todas las clases de “ARTE” que hay. A partir de ahora
cuentas con un decálogo que te llevará dónde tú deseas ser llevado. Escribe hoy
mismo una carta de ruptura a tu fuerza de voluntad:
“Querida fuerza de voluntad, visto que
no deseas acompañarme en mi objetivo de empezar a hacer deporte, he decidido
abandonarte. Han sido muchos años luchando contigo y a partir de ahora me veo
preparado para conseguirlo solo. Agradezco tu compañía y todo lo que me has
aportado. Pero hoy empiezo mi camino, hoy cojo el timón de mis sueños. Hoy ha
llegado mi momento. Con cariño, tu ex”.”
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